viernes, 23 de diciembre de 2011

SALIDA PELÁGICA a PLAIAUNDI

Charrán patinegro
Era como si la esquina del sendero que bordea el Parque, fuera la proa de un barco, una “balsa de piedra”. Delante de nuestra mirada, en las protegidas aguas de la Bahía de Txingudi, evolucionaban aves de condición pelágica que el temporal había arrastrado más adentro del límite de la costa.

Itzaberri con Jaizkibel al fondo


17 de diciembre, “víspera grullera”, una tregua de vientos y lluvias, nos permite estar cómodamente, sin otra preocupación que observar aves y entorno, quitando alguna carrerilla buscando cobijo de algún disperso chubasco.

Gaviota cabecinegra, adulto.

Junto a los habituales invernantes que habitan el lugar, limícolas en su mayoría (incluyendo un nutrido bando de Chorlito gris), pudimos observar especies muy poco habituales y que acostumbramos a ver, a mayor distancia, durante los censos RAM.

Gavión, adulto

Gaviota enana, juvenil.



Gaviota enana, adulto.


Entre las siete especies de Gaviotas, los dos extremos de tamaños, Gaviones y Gaviotas enanas. Casi un centenar de Gaviota cabecinegra y al menos tres Gaviotas tridáctilas. Un importante número de Gaviotas sombrías completaban el catálogo junto a las patiamarillas y reidoras, más habituales, pero no menos elegantes.

Gaviota tridáctila.



 Pudimos detectar alguna “dudosa” ¿argentea, cáspica? Pero no siendo adultas y con luz poco intensa, mejor no afirmar nada.


La distancia nos impidió identificar con precisión a un Págalo como parásito o pomarino, pero sí apreciar que era inmaduro y de morfo oscuro.


Menos dudas ofreció la triple observación de otro Págalo (o tres Págalos), indudablemente “grande”. Tampoco tuvieron dudas el resto de las numerosas aves presentes, que levantaban el vuelo desordenado y que involuntariamente nos avisaban de que “algo anda por ahí”. Es asombroso como son capaces de percibir la presencia de esta especie que les atemoriza, cuando a nosotros, en un primer momento, casi nos cuesta distinguirla de una  gaviota juvenil.

Págalo grande
Pese a la distancia se aprecian las blancas ventanas alares.
“¡¡Un Paiño!!” y como un resorte todos miramos donde miraba quien dio la voz. La foto es a traición (por la espalda) y pese a no tener calidad, muestra el inconfundible obispillo blanco, aunque no permita determinar la especie con exactitud.






No faltaron las dos anátidas estrellas de esta temporada, “nuestro” Eider y la Barnacla carinegra. Esta última, quizás también por miedo o por imitación a sus vecinos, levantaba el vuelo con las apariciones de Págalo grande.




Barnacla carinegra y Págalo grande compartiendo foto.

No había demasiadas ardeidas, pero casi como despedida nos sobrevoló una estilizada y blanca Garceta grande.


Esta vez, la montaña fue a Mahoma y sin soltar amarras, con los pies en tierra firme, pudimos disfrutar de una “salida en barco” donde Bidasoa y Jaizubia entregan sus aguas a Kantauri.


Ya se respira ambiente navideño y el Txantxangorri del observatorio de la Garza, de la laguna de San Lorenzo, nos sirve de portavoz.

Begoña, José Luis, Josean, Joselu, Javi y Xabier


1 comentario:

  1. Preciosa entrada e interesante exoticas aves para un pamplonica como yo......lo del pagalo me recuerda al azor en tierra adentro.
    Me ha gustado mucho el Eider volando la primera que veo asi.
    Olentzero gaua ona izan dezazuen bihar!!
    Saludos camperos!

    ResponderEliminar