domingo, 19 de agosto de 2012

KIRIKU




Kiriku es uno de los Quebrantahuesos de la pequeña población de la vecina Nafarroa. Esta especie, Gypaetus barbatus, Ugatz en euskera, es un icono de la defensa de la Naturaleza, ya que su estatus de conservación lo clasifica como “en peligro de extinción”, tanto a nivel europeo, nacional, como autonómico.  Basta tener en cuenta que la población total, en su área de distribución europea, incluyendo el norte de África y el oriente próximo, se estima en unos escasos 500 ejemplares. Si, desgraciadamente, se está detectando cierta regresión en su población global europea, por fortuna esto no parece estar sucediendo con los “Quebrantas” de nuestra zona.


Distintos proyectos de reintroducción y consolidación de la especie se están llevando a cabo en la Península Ibérica, conjuntamente con otros en los Alpes. El reducto pirenaico está siendo el germen de la recuperación que, con independencia de las reintroducciones en Picos de Europa o Cazorla, está generando la recolonización espontánea natural hacia áreas más occidentales. Este “puente” geográfico entre el Pirineo y la Cordillera cantábrica, que es vital para la especie, tiene su epicentro en las sierras que comparten el Este navarro, el Sur gipuzkoano y el Noreste alavés, lo que viene a ser la zona central de Euskal Herria.


Si preocupante es el pequeño tamaño de los núcleos de población (la mayor de todas se encuentra en los Pirineos con unas 120 parejas) el aislamiento de estos núcleos impide la renovación genética y el establecimientos de nuevos puntos de expansión, pese a lo adecuado de los espacios montañosos que son su hábitat donde, además, aún perdura la ganadería extensiva tradicional, fuente de alimento de esta y otras necrófagas. Es por esto que hemos dicho que, este núcleo vasco, es vital para la especie.


Kiriku, al igual que unos cuantos más, está marcado con placas alares y anillas que lo individualizan, permitiendo poderlo reconocer a distancia. Kiriku lleva, además, un dispositivo electrónico que registra localizaciones geográficas, de modo que va comunicando su posición a determinados intervalos de tiempo. Esto permite tener un registro de sus movimientos aunque ningún observador lo vea.


Estos registros constatan que Kiriku campea sin alejarse demasiado de su territorio. Es un ejemplar adulto de 6 años y, sabido es que, la mayor movilidad geográfica de los Quebrantahuesos se produce en su edad juvenil, son los llamados movimientos dispersivos que acostumbran a llevarlos, al final, a zonas muy próximas a las de su nacimiento. Esto hace que la recolonización de nuevos territorios sea muy lenta y gradual en el tiempo. Las bajas tasas de reproducción tampoco contribuyen a una expansión rápida de la especie, siendo pocos los nuevos ejemplares que se incorporan en cada generación.



El lado positivo es que es especie longeva, con lo que, si todo va bien, una pareja puede llegar a criar a veinte o treinta pollos a lo largo de su vida. Otros aspectos positivos, no relacionados con su biología sino con nefastas e ilegales prácticas humanas, va tendiendo a desaparecer. El envenenamiento aún hoy en día sigue siendo el mayor peligro para la supervivencia de los Quebrantahuesos, pudiendo echar la traste los esfuerzos para su reintroducción como ya fue causa principal de su extinción. SEO/BirdLife, consciente de este gravísimo problema actúa sobre el asunto: http://www.venenono.org/


La mal llamada caza, el abatir a tiros a ejemplares de especies protegidas, por mucho que nos escandalice es también causa importante de la desaparición o declive de los Quebrantahuesos en sus antiguas áreas de distribución. Ilegal, como el uso de venenos, estas amenazas siguen siendo muy reales y la disminución de su impacto negativo, excesivamente lento.



Los tendidos eléctricos, especialmente los de alta y media tensión, son una trampa mortal, por electrocución o colisión, para las grandes voladoras. Se deberían aplicar más y más ágilmente los sistemas que vitan estos accidentes, al menos en los territorios ocupados y potenciales de estas especies, sean o no espacios protegidos. No parece que los aerogeneradores registren una incidencia considerable en la mortandad de Quebrantahuesos, pero posiblemente esto se deba al bajo número de ejemplares y a que habitan montañas de considerable altitud. No obstante, en la mencionada dispersión, se ven obligados a transitar por cotas menores donde proliferan los parques eólicos con lo que el riesgo se acrecienta.



La alteración de su hábitat en nombre del “disfrute” de los espacios naturales, va convirtiéndose en un serio problema. Las estaciones de esquí, con sus infraestructuras asociadas (telesillas, edificaciones y carreteras de acceso) junto al afluencia de esquiadores, no beneficia en absoluto a la recuperación y conservación de estas magníficas aves. La práctica de la escalada por los cortados donde nidifican o reposan, en definitiva viven los Quebrantahuesos, puede ser muy perjudicial si no se aplican medidas de control en los lugares donde se permita esta actividad deportiva.


En un estado primigenio, los Quebrantahuesos se alimentaban de los últimos restos de las presas capturadas por los carnívoros salvajes que depredaban sobre ungulados también salvajes. Hoy, esta cadena trófica natural, ha desaparecido o se ha visto reducida a una mínima expresión, insuficiente para sostener esta estructura alimenticia, una vez más por la intervención humana.



 El pastoreo extensivo de alta montaña, paulatinamente, ha ido supliendo el aporte de reses muertas que, han pasado a ser la fuente de alimentación principal de las especies necrófagas. La precaria sostenibilidad económica de este tipo de explotaciones ganaderas que, sin ayudas externas, pueden pasar a ser inviables y, por tanto, abandonadas, complican el panorama futuro de la conservación de hábitats y especies que de ellas dependen.



Volviendo a nuestro protagonista, Kiriku, debemos señalar que lo hemos traído a estas páginas por diversas razones. La primera es porque es una especie poco frecuente de ver, la segunda por ser su primera cita en territorio gipuzkoano (mancomunidad de Enirio-Aralar) y la tercera  porque el afortunado observador y fotógrafo es Mikel Ormazabal de SEO Donostia, quien hace bien poco tuvo un encuentro con un Buitre negro en la misma zona. La observación se ha producido el pasado día 7 de agosto y gracias a las comunicaciones de la FCQ y del personal encargado del seguimiento de la especie en Nafarroa, Itziar Almarcegui y Alfonso Llamas, podemos confirmar que el hermoso Quebranta que veis en las imágenes es Kiriku.


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